El partido era en Parque Leloir, en una especie de quinta, apropiada para el partido del domingo.
Poco a poco fueron llegando los jugadores de uno y otro equipo, el que no llegaba era el responsable de abrir la puerta, esperábamos en la calle, en el frío.
Los árbitros saltaban de un lado a otro, buscando no enfriarse más. Metros más allá estaban los rivales... eran como veinte, y faltaban más. Nosotros apenas nueve.
Media hora después, llegaba el "responsable" de abrir la "tranquera". Entre puteadas silenciosas y miradas penetrantes, abría el frio candado.
Más frío era el vestuario, de azulejos celestes y techos altos, pisos de granito y olor a aceite verde esmeralda. Encima fui a cambiarme al vesturio del rival. En fin, salí primero y corriendo fui a la cancha en busca del sol. Media cancha estaba cubierta de sombra de unos enormes eucaliptos.
Para los amantes del futbol y los no tanto, sabrán quien es el Pepe, ex jugador de Velez y Boca , entre otros, ex integrante de la selección. Cuando llegamos a la mañana, el primer comentario fue, jugamos contra el equipo del Pepe. Ese comentario me quedó rebotando, por la cabeza todo el partido y todo el domingo.
Otro comentario tenebroso fue que jugaba bien y que daba unos pases milimétricos. Eso también me quedó dando vueltas en la cabeza.
Bueno empezó el partido, un tiro por acá, otro por allá, ellos atacaban como y cuando querían, nosotros defendíamos como podíamos.
Llega el gol del rival, una jugada a mitad del área, supera al marcador, corriendo el área en forma transversal, paralela al arco, y desde el punto penal, saca un zurdazo no muy fuerte, pero lo suficientemente cruzado para dejarme quieto, inmóbil, helado, cual estatua de hielo antártico tallada en la sombra del eucalitpo. Pensé que se venía la goleada.
Después, del cielo, del infierno o de donde sea, llegó un penal para nosotros, no me pregunten como, pero el árbitro sin dudar cobró penal.
Discusión va, discusión viene, toma la pelota, el 10.
La coloca en el punto penal, el árbitro en un arrebato de protagonismo, toma la pelota y cuenta los pasos, supongo que no habría una marca del punto penal.
Patea Horacio. Gol. 1 a 1.
Minutos después, llega un centro desde la izquierda, otro más, debe ser el centro número 120 del rival.
Miro quien puede recibir, es increíble todo lo que se puede hacer desde que la pierna del rival va hacia atrás y llega a impactar la pelota.
Tengo la imagen en la retina. Llena de camisetas blancas, todas ansiosas de meter el gol, las verdes parecen pálidas, perdidas entre tanta camiseta blanca.
Salta el Pepe...
Existe en este arquero de alma, supongo que en todos, una especie de intuición, algo que es dificil explicar, pero yo creo que se donde va a ir la pelota. Siento que va al ángulo superior derecho, en realidad es donde yo quiero que vaya, ya que me es más fácil ir para ese lado.
En fin, la intuición es solo eso, una intuición. Todo esto sucede con la pelota viajando al área, y el receptor saltando para impactar. Salta el Pepe. Y le da un golpe suave, como dirigiendo la pelota a mi izquierda, abajo, suave.
Yo sin atender mi intuición, voy a buscarla y en lugar de agarrarla, ( estaba mojadísima y muy rebotona ) me rebota y le vuelve al Pepe, dije "cagamos... este me la pica" y me zambullo a atorarlo para que no tenga tiempo, le pegó un gomaso de aquellos, que pega en mi muzlo derecho y se va afuera. El Pepe, el mismo, ese que encarna el sueño de muchos, sino de todos los que estábamos ahí, me dijo: "muy bien arquero". Yo todabía arrodillado a medio metro de él , le toco el culo, y le digo: "bien, buena...".
El sale corriendo y yo me incorporo.
El partido terminó 1 a 1. Hacía mucho que no atajaba tan bien.
Lo disfruté como pocas veces en mi vida. Se que puedo atajar mucho mejor todavía. Pero eso seguro será otro día.
Gracias Pepe. Gracias al futbol, gracias a la vida que me ha dado tanto. Salud.
Media hora después, llegaba el "responsable" de abrir la "tranquera". Entre puteadas silenciosas y miradas penetrantes, abría el frio candado.
Más frío era el vestuario, de azulejos celestes y techos altos, pisos de granito y olor a aceite verde esmeralda. Encima fui a cambiarme al vesturio del rival. En fin, salí primero y corriendo fui a la cancha en busca del sol. Media cancha estaba cubierta de sombra de unos enormes eucaliptos.
Para los amantes del futbol y los no tanto, sabrán quien es el Pepe, ex jugador de Velez y Boca , entre otros, ex integrante de la selección. Cuando llegamos a la mañana, el primer comentario fue, jugamos contra el equipo del Pepe. Ese comentario me quedó rebotando, por la cabeza todo el partido y todo el domingo.
Otro comentario tenebroso fue que jugaba bien y que daba unos pases milimétricos. Eso también me quedó dando vueltas en la cabeza.
Bueno empezó el partido, un tiro por acá, otro por allá, ellos atacaban como y cuando querían, nosotros defendíamos como podíamos.
Llega el gol del rival, una jugada a mitad del área, supera al marcador, corriendo el área en forma transversal, paralela al arco, y desde el punto penal, saca un zurdazo no muy fuerte, pero lo suficientemente cruzado para dejarme quieto, inmóbil, helado, cual estatua de hielo antártico tallada en la sombra del eucalitpo. Pensé que se venía la goleada.
Después, del cielo, del infierno o de donde sea, llegó un penal para nosotros, no me pregunten como, pero el árbitro sin dudar cobró penal.
Discusión va, discusión viene, toma la pelota, el 10.
La coloca en el punto penal, el árbitro en un arrebato de protagonismo, toma la pelota y cuenta los pasos, supongo que no habría una marca del punto penal.
Patea Horacio. Gol. 1 a 1.
Minutos después, llega un centro desde la izquierda, otro más, debe ser el centro número 120 del rival.
Miro quien puede recibir, es increíble todo lo que se puede hacer desde que la pierna del rival va hacia atrás y llega a impactar la pelota.
Tengo la imagen en la retina. Llena de camisetas blancas, todas ansiosas de meter el gol, las verdes parecen pálidas, perdidas entre tanta camiseta blanca.
Salta el Pepe...
Existe en este arquero de alma, supongo que en todos, una especie de intuición, algo que es dificil explicar, pero yo creo que se donde va a ir la pelota. Siento que va al ángulo superior derecho, en realidad es donde yo quiero que vaya, ya que me es más fácil ir para ese lado.
En fin, la intuición es solo eso, una intuición. Todo esto sucede con la pelota viajando al área, y el receptor saltando para impactar. Salta el Pepe. Y le da un golpe suave, como dirigiendo la pelota a mi izquierda, abajo, suave.
Yo sin atender mi intuición, voy a buscarla y en lugar de agarrarla, ( estaba mojadísima y muy rebotona ) me rebota y le vuelve al Pepe, dije "cagamos... este me la pica" y me zambullo a atorarlo para que no tenga tiempo, le pegó un gomaso de aquellos, que pega en mi muzlo derecho y se va afuera. El Pepe, el mismo, ese que encarna el sueño de muchos, sino de todos los que estábamos ahí, me dijo: "muy bien arquero". Yo todabía arrodillado a medio metro de él , le toco el culo, y le digo: "bien, buena...".
El sale corriendo y yo me incorporo.
El partido terminó 1 a 1. Hacía mucho que no atajaba tan bien.
Lo disfruté como pocas veces en mi vida. Se que puedo atajar mucho mejor todavía. Pero eso seguro será otro día.
Gracias Pepe. Gracias al futbol, gracias a la vida que me ha dado tanto. Salud.
1 comentario:
Bueno Javi me parecio suave tranqui yo le hubiese puesto mas hinchada me gusto pero... mas picante habria estado copado aguante pepe jajjaaj besitos
Publicar un comentario