lunes, 17 de junio de 2013

Y al final, el Rojo se fue...

Y al final el malo de la película muere. Se hace justicia. El público que abonó su entrada se va satisfecho a sus hogares, porque lo que vino a ver, la imagen del villano vencido se cumplió. Se encienden las luces de la sala, la gente comienza a salir de ese estado en el que pierde la realidad, se estira, se despereza. Revisa la debajo de la butaca, observa al rededor, se sacude el resto de pochoclo adherido a la ropa y abandona la sala, con los títulos todavía desplazándose por la pantalla. El espectador se va. Se escuchan algunos comentarios.
Lágrimas en los ojos. Abrazos, gente que busca explicaciones en el cielo. Miradas fijas, inmóbiles, impávidos, estupefactos, atónitos. Miles de hinchas abrazos por el dolor, cargados de lamentos y desbordantes de bronca. Algo así deben de haberse sentido los hinchas de Independiente. No me alegra el dolor ajeno. No me agrada el sufrimiento del rival. Pero en algún lugar dentro mío siento que no es malo probar el sabor amargo del que te mofaste alguna y varias o muchas veces. Lo lamento. Nunca le deseo el mal ni el dolor al prójimo. Independiente perdió la categoría como consecuencia de constantes desaciertos dirigenciales. Ahora deberá volver como el ave Fénix. Luchar y sufrir. Transitar el camino con dolor, así tal cual como se curan la heridas, con dolor, con sacrificio, con sufrimiento. Hay recompensa al final del camino, pero no es un sendero de rosas, ni mucho menos. Rojo volvé. Pero no solo eso, no le des lugar otra vez al error, no te equivoques, por el bien del fútbol argentino, no le des lugar a los Comparada que te arrastraro hasta el fondo del océano. Nunca más deberías cometer esos groseros errores que mancharon tu nombre, así como tampoco deberías burlarte de los que alguna vez nos fuimos a la B.
Como en una película de terror que recién comienza, el corazón parece salir del pecho, y con esa misma adrenalina deberás jugar cada partido, como si fuera el último. Otra película está por comenzar, tal como lo hacemos con los chicos, elegimos la sala, buscamos la mejor ubicación, el horario más conveniente, las butacas centrales y más alejadas de la pantalla, para disfrutrar la película. Disfrutá del torneo, jugalo con toda la garra, tratá de poner toda la humildad posible, apagá el celular, hundite en la butaca, que otra función está por comenzar, las luces se apagan, aspirá hondo, persignate mirando al cielo celeste y blanco, disponete a jugar al futbol, comienza otra función. Habrán muchos partidos más, muchos campeonatos más tantos, como películas habrá. Comienza la función. Suena el silbato, arranca el partido, disfrute de la pelicula.

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